sábado, 23 de noviembre de 2013

In memoriam J.F.K. - Un poema de Jorge Luis Borges

Esta bala es antigua. 
En 1897 la disparó contra el presidente del Uruguay un muchacho de Montevideo, Arredondo, que había pasado largo tiempo sin ver a nadie, para que lo supieran sin cómplice. Treinta años antes, el mismo proyectil mató a Lincoln, por obra criminal o mágica de un actor, a quien las palabras de Shakespeare habían convertido en Marco Bruto, asesino de César. Al promediar el siglo XVII la venganza la usó para dar muerte a Gustavo Adolfo de Suecia, en mitad de la publica hecatombe de una batalla.

Antes, la bala fue otras cosas, porque la transmigración pitagórica no sólo es propia de los hombres. Fue el cordón de seda que en el Oriente reciben los visires, fue la fusilería y las bayonetas que destrozaron a los defensores del Álamo, fue la cuchilla triangular que segó el cuello de una reina, fue los oscuros clavos que atravesaron la carne del Redentor y el leño de la Cruz, fue el veneno que el jefe cartaginés guardaba en una sortija de hierro, fue la serena copa que en un atardecer bebió Sócrates.

En el alba del tiempo fue la piedra que Caín lanzó contra Abel y será muchas cosas que hoy ni siquiera imaginamos y que podrán concluir con los hombres y con su prodigioso y frágil destino.



De El Hacedor

domingo, 13 de octubre de 2013

En el mes de la primavera…

 Escribe:
 Héctor
 Alvarez Castillo 

“Y él [Zeus] fue a la cama de la abundante Démeter, quien concibió a Perséfone, la de blancos brazos, robada por Hades del lado de su madre.”
Teogonía, Hesíodo


  En el mito que nos llega del mundo griego, Perséfone, hija de Démeter –la diosa madre– raptada y devuelta por Hades, debe pasar seis meses en la tierra y otros seis en el inframundo. Esta alternancia regular explicaría los ciclos naturales, el tránsito continuo de las estaciones que norman el calendario agrario. Cuando Perséfone está junto a su marido, Señor del inframundo, la tierra se convierte en un erial, tierra yerma. Con cada regreso al lado de Démeter asistimos al renacimiento, la madre cesa en su dolor por la hija perdida y vuelve a ocuparse de nuestro mundo, la vida vuelve a florecer. Ahí el nombre de la primavera, la estación del primer verdor, que para nosotros comienza entre el 22 y 23 de septiembre, fecha del solsticio que le corresponde en el hemisferio sur.
  La voz “primavera” se unirá entrañablemente a la vida, al amor y a la juventud. En el lenguaje ordinario hacemos referencias diarias que utilizan las metáforas del ciclo vivificador. Incluso la primavera, con su florecimiento, puede ser espejo de nuestras penurias. En una de las mayores composiciones poéticas del siglo pasado, el poeta de habla inglesa Thomas Stearns Eliot (1888 – 1865), inicia la “La tierra baldía” (“The Waste Land”), con versos que sugieren este contraste:

Abril es el mes más cruel: engendra
Lilas de la tierra muerta, mezcla
Memoria y deseo, con lluvia de primavera
Sacude raíces soñolientas.”

  Dicho en el hemisferio norte, donde abril es mes pleno de primavera, el poeta señala desde el título el conflicto. La tierra, la madre, es yerma; abril, uno de los meses donde se festeja la vida, es cruel.

  James Goldman, dramaturgo estadounidense, para hablarnos de los límites en el poder de Enrique II, entrado en la vejez, nombrará su obra “El león en invierno”. Primavera e invierno, más que verano y otoño, son esas metáforas a las que recurrimos para hablar de nuestras existencias, de las de los otros, así como de las distintas etapas por las que pasan proyectos y relaciones.
  Los artistas y, en especial, los poetas, han recurrido y nos han hablado de ella. Les propongo, mientras oímos la sinfonía “Primavera”, de Robert Schumann, leer la “Oda a la primavera”, de Pablo Neruda. Van algunos versos, tomados al azar:


  “Primavera,/ muchacha./ te esperaba!/ Toma esta escoba y barre/ el mundo!/ Limpia/ con este trapo/ las fronteras,/ sopla/ los techos de los hombres,/ escarba/ el oro/ acumulado/ y reparte/ los bienes/ escondidos,”  


jueves, 26 de septiembre de 2013

Tríptico griego

Poemas de 
Héctor 
Alvarez Castillo 



Estos poemas pertenecen
 a los libros:
 "Amatista, 1981-1985" 
y "Zafiro, 1985-1989".







Panta rei (1)


En la animación de todos los seres
Y de las cosas todas:
El renuente río renace una y mil veces,
Se ahonda el mar en sus aguas
Y se recorre el infinito tiempo
Que es relámpago y distancia,

Y todo fluye y fluye, generoso y nuevo,
Fugaz y sentido, como la sagrada memoria
De los astros y de la noche
Que a cada desvelo, con prisa marina,
Ve volver la marea al seno de los días
Prófuga como las sombras
Que diluye la luna.





Sfaira (2)


Mientras unos nacen
Y otros mueren,
Nuestro destino se prolonga
Y la eternidad es la esfera de todos.





República, X


Al rostro oculto entre luces y sombras
Ni el más suave designio
Se hace presente a sus ojos,
Y lo venidero es un instante
En la lenta sucesión:
Una moneda que se trueca sin cambio alguno,
El beso del adiós
Dado en el silencio más profundo.

No abras tus fauces, Leteo, a esta boca,
Las almas puras no desean beber.





Notas:
(1) Del griego: Todo fluye. Sentencia de Aristóteles que presume resumir la concepción filosófica de Heráclito de Éfeso, el Oscuro.

(2) Del griego: Esfera. Sentencia que presume resumir la concepción filosófica de Parménides.




miércoles, 18 de septiembre de 2013

Dos poemas de Samuel Cabanchik










Una rosa blanca

Una rosa blanca sube desde el fondo
de un cubo de basura, que un pordiosero
hambriento revuelve en busca de comida.
Como no encuentra nada que le sirva, llora
y se come la flor. Luego ríe, mientras
Las espinas de la rosa trazan un círculo
de sangre en su garganta:
el poema ha sido escrito.


Y/O

o hecho poeta o

alguien o algo y un muro
o el problema de saber
si la ley del tercio excluso
también aquí se aplica
porque entonces qué de mí
algo o alguien? Según la ley
del muro a un lado
o a otro debo estar
¿o acaso habrá intermedio
o posición indecidible?
por cierto ningún lógico
ha resuelto la cuestión
y heme aquí luego hecho poeta,
o al menos en el muro de la letra
o al otro lado o de éste pero en cuál?

Quizá sólo y en donde o



Poemas tomados de: “El poema ha sido escrito”, reunión de la obra poética de Samuel Cabanchik, editada en el año 2010 por Alción Editora.


domingo, 25 de agosto de 2013

Notas a "La tierra yerma"

Traducción de 
Manuel Nuñez Nava


No únicamente el título, sino el plan y una buena parte del simbolismo incidental del poema fueron sugeridos por el libro de Miss Jessie L. Weston sobre la leyenda del Cáliz: From Ritual to Romance (Cambridge). Mi deuda es tal que, sin duda, el libro de Miss Weston elucidará las dificultades del poema mucho mejor de lo que pueden hacerlo mis notas, y lo recomiendo (aparte del gran interés del libro en sí) a quien piense que la elucidación del poema vale la pena. En términos generales, estoy en deuda con otro trabajo de antropología que ha influido profundamente en nuestra generación: The Golden Bough; he utilizado especialmente los dos volúmenes de Adonis, Atlis, Osiris. Quien haya leído estos trabajos reconocerá de inmediato en el poema ciertas referencias a las ceremonias dedicadas a la vegetación.


I El entierro de los muertos

Línea

20. Comparar Ezequiel, II, i.

23. Comparar Eclesiastés, XII, v.

31. Tristán und Isoldé, I, versos 5-8.

42. Id., III, verso 24.



46. No estoy familiarizado con la constitución exacta del mazo de naipes del Tarot, del que obviamente he partido para satisfacer mi propia conveniencia. El Ahorcado, que aparece en el mazo tradicional, sirve a mi propósito en dos maneras: porque lo asocio en mi mente con el Dios Ahorcado de Frazer, y porque lo relaciono con la figura encapuchada en el pasaje de los discípulos de Emaús en la Parte V. El Marino Fenicio y el Comerciante aparecen más tarde; también las ‛multitudes’, y la Muerte por Agua se cumple en la Parte IV. Al Hombre de los Tres Bastos (naipe auténtico del Tarot) lo asocio, muy arbitrariamente, con el propio Rey Pescador.

60. Comparar Baudelaire:
         ‛Fourmillanté cité, cité pleine de rêves,
        ‛Où le spectre en plein jour raccroche le passant.’

63. Comparar Inferno, III, 55-7:
                                                 ‛si lunga tratta
        di gente, ch’io non averei mai crédulo
        che morte tanta n’avesse disfatta.’

64. Comparar Inferno, IV, 25-7:
        ‛Quivi, secondo che per ascoltare,
        ‛non avea pianto mai che di sospiri,
        ‛che l‛aura eterna facevan tremare.’

68. Fenómeno que a menudo he notado.

74. Comparar endecha en el White Devil, de Webster.

76. Baudelaire, Prefacio a Fleurs du Mal.



II Una partida de ajedrez

77. Comparar Anthony and Cleopatra, II, ii, 1. 190.

92. Laquearía, Eneida, I, 726:
        dependent lychni laquearibus aureis
        incensi, et noctem flammis funalia vincunt.

98. Escena silvestre. V. Milton, Paradise Lost, IV, 140.

99. Ovidio, Metamorfosis, VI, Filomela.

100. Comparar Parte III, I, 204.

115. Comparar Parte III, 1, 195.

118. Comparar Webster: “Is the wind in that door still?”

126. Comparar Parte I, 1. 37, 48.

138. Comparar la partida de ajedrez en Middleton: Women beware women.


III El Sermón de fuego
176. V. Spenser, Prothalamion. 

192. Comparar The Tempest, I, ii.

196. Comparar Marvell: To His Coy Mistress.

197. Comparar Day, Parliament of Bees:
        ‛When of the sudden, listening, you shall hear,
        ‛A noise of horns and hunting, which shall bring
        ‛Actaeon to Diana in the spring,
        ‛Where all shall see her naked skin...’

199. Ignoro el origen de la balada de donde han sido tomadas estas líneas: me fue reportada desde Sydney, Australia.

202. V. Verlaine, Parsifal. 

210. Las pasas tenían un precio c. i. f. (carriage and insurance free to London), y el Conocimiento de Embarque, etc., debían ser girados al comprador al pago del documento a la vista.

218. Tiresias, aunque es un mero espectador y de ninguna manera un ‛carácter’, es sin embargo el personaje más importante del poema, uniendo todo el resto. Así como el comerciante tuerto, vendedor de pasas, se convierte en el Marino Fenicio y éste no es del todo distinto de Ferdinando, Príncipe de Nápóles, así todas las mujeres son una mujer, y los dos sexos se funden en Tiresias. Lo que Tiresias ve es, de hecho, la sustancia del poema. La totalidad del pasaje de Ovidio es de gran interés antropológico:
        ‛... Cum Iunone iocos et maior vestra profecto est
        Quam, quae contingit maribus’, dixisse, ‛vohrptas.’
        Illa negat; placuit quae sit sententia docti
        Quaerere Tiresiae: venus huic erat utraque nota.
        Nam duo magnorum viridi coeuntia silva
        Corpora serpentum baculi violaverat ictu
        Deque viro factus, mirabile, femina septem
        Egerat autumnos; octavo rursus eosdem
        Vidit et ‛est vestrae si tanta potcntia plagae’,
        Dixit ‛ut auctoris sortem in contraria mutet,
        Nunc quoque vos feriam!’ percussis anguibus isdem
        Forma prior rediit genetivaque venit imago.
        Arbiter hic igitur sumptus de lite iocosa
        Dicta Iovis firmat; gravius Saturnia iusto
        Nec pro materia fertur doluisse suique
        Iudicis aeterna damnavit lumina nocte,
        At pater omnipotens (neque enim licet inrita cuiquam
        Facta dei fecisse deo) pro lumine adempto
        Scire futura dedit poenamque levavit honore.

221. Estas líneas pueden no aparecer tan exactas como las de Safo, pero yo tenía en mente al ‛estibador’ o ‛pescador de bote de remos’, que regresa al caer la noche.

253. V. Goldsmith, la canción en The Vicar of Wakefield. 

251. V. The Tempest, como se cita antes.

264. El interior de St. Magnus Martyr es desde mi punto de vista uno de los más finos interiores de Wren. Ver The Proposed Demolition of Nineteen City Churches (P. S. King & Son, Ltd.).

266. Aquí comienza la Canción de las (Tres) Hijas del Tá-mesis. Desde la línea 292 a la 306 inclusive, ellas hablan en turno. V.Götterdämmerung, III, i: las Hijas del Rhin.

279. V. Froude, Eliizabeth, Vol. I, ch. iv, carta de De Quadra a Felipe de España:

‛In the afternoon we were in a barge, watching the games on the river. (The queen) was alone with Lord Robert and myself on the poop, when they began to talk nonsense, and went so far that Lord Robert at last said, as I was on the spot there was no reason why they should not be married if the queen pleased.’

293. Comparar Purgatorio, V, 133:
        ‛Ricorditi di me, che son la Pia;
            ‛Siena mi fe, disfecemi Maremma.’
307. San Agustín, Confesiones: ‛a Cartago vine entonces, donde un caldero de amores insanos cantó a mis oídos’.

308. El texto completo del Sermón de Fuego de Buda (que corresponde en importancia al Sermón de la Montaña) de donde han sido tomadas estas líneas, se hallará traducido en Buddhism in Translation del finado Henry Clarke Warren (Harvard Oriental Series). Mr. Warren fue uno de los grandes pioneros del estudio del budismo en Occidente.

309. Otra vez de las Confesiones de San Agustín. La colocación de estos dos representantes del ascetismo oriental y occidental, como culminación de esta parte del poema, no es un accidente.



V. Lo que dijo el trueno

Tres temas se emplean en la primera sección de la Parte V: el viaje a Emaús, la llegada a la Perilous Chapel (ver el libro de Miss Weston) y la decadencia actual de la Europa oriental.

357. Se trata del Turdus aonalaschkae pallasii, el tordo eremita que he escuchado en la Provincia de Quebec. Chapman dice (Handhook of Birds of Eastern North America): ‛it is most at home in secluded woodland and thickety retreats... Its notes are not remarkable for variety or volume, but in purity and sweetness of tone and exquisite modulation they are unequalled.’ Su ‛canción del gotear del agua’ es justamente celebrada.

360. Las líneas que siguen fueron estimuladas por el relato de una de las expediciones a la Antártida (he olvidado cuál, pero creo que se trata de una de las de Shackleton): se cuenta que el grupo de exploradores, en el límite de su fortaleza, tenían la ilusión constante de que había un miembro más de los que era posible contar.

366. Hermann Hesse, Blick ins Chaos: ‛Schon ist halb Europa,
/76. schon ist zumindest der halbe Osten Europas auf dem Wege zum Chaos, fährt betrunken im heiligen Wahn am Abgrund entlang und singt dazu, singt betrunken und hymnisch wie Dmitri Karamasoff sang. Ueber diese Lieder lacht der Bürger beleidigt, der Heilige und Seher hört sie mit Tränen.’

401. ‛Datta, dayadhvam, damyata’ (Dar, simpatizar, controlar). La fábula del significado del Trueno se encuentra en elBrihadaranyaka-Upanishad, 5, 1. Hay una traducción en Sechzig Upanishad des Veda, de Deussen, p. 489.

407. Comparar Webster, The White Devil, V, vi.
                                      ‛...they‛ll remarry
        Ere the worm pierce your winding-sheet, ere the spider
        Make a thin curtain for your epitaphs.’

411. Comparar Inferno, XXXIII, 46:
                      ‛ed io senti‛ chiavar l‛uscio di sotto
                          all’ orribile torre.‛
También F. H. Bradley, Appearance and Realily, p. 346:

“My external sensations are no less prívate to myself than are my thoughts or my feelings. In either case my experience falls within my own circle, a circle closed on the outside; and, with all its elements alike, every sphere is opaque to the others which surround it... In brief, regarded as an existence which appears in a soul, the whole world for each is peculiar and prívate to that soul.’

424. V. Weston: From Ritual to Romance; el capítulo relativo al Rey Pescador.

427. Purgatorio, XXVI, 148:
        ‛ “Ara vos prec, per aquella valor
             “que vos condus al som de l‛escalina,*
             “sovegna vos a temps de ma dolor.”
        Poi s‛ascose nel foco che gli affina.’

428. V. Pervigilium Veneris. Comparar Filomela en Partes II y III.

429. V. Gerard de Nerval, Soneto El Desdichado.

431. V. Spanish Tragedy, de Kyd.

433. Shanti. Como se repite aquí, terminación formal de un Upanishad. Nuestro equivalente a esta palabra es “La Paz más allá del entendimiento”.
* “que vos guida al com de l’escalina”: Dante Alighieri, La comediasicondo l’Antica Vulgara: a cura di Giorgio Petrocchi, Edizione Nazionale, a cura Della Sovietà Dantesca Italiana. A. Mondadori Editore, T. III, 1967. (N. del T.)





Tierra Yerma Thomas Stearns Eliot 1888-1965

Traducción de 
Manuel Nuñez Nava







       


             Nam Sybillam quidem Cumis ego ipse oculis meis   
             vidi in ampulla pendere: el cum illi pueri dicerent:             
             Σιβυλλα τί θέλεις; respondebat illa: άποθανείν θέλω.

  Con estos ojos yo vi a la Sibila Cumea               
 dentro de una redoma que pendía, y cuando los niños                
 le decían:
                Sibila, ¿qué quieres?, ella respondía: Morir quiero.     
Petronio, Satiricón

                                 

Para Ezra Pound 
il miglior fabbro








I El entierro de los muertos

Abril es el mes más cruel: engendra
Lilas de la tierra muerta, mezcla
Memoria y deseo, con lluvia de primavera
Sacude raíces soñolientas.
Calor nos dio el invierno, cubriendo
La tierra con el olvido de la nieve, nutriendo
Una pequeña vida con tubérculos secos.
En el Starnbergersee1 nos sorprendió el verano
Con un aguacero; nos detuvimos en la columnata
Y bajo el sol seguimos hacia el Hofgarten2                        10
Y tomamos café y hablamos durante una hora.
Bin gar keine Russin, stamm‛ aus Litauen, echt deutsch.3 
Cuando niños, parando en casa de mi primo
El archiduque, él me paseó en trineo
Y tuve miedo. Marie, me dijo,
Marie, cógete fuerte, y nos deslizamos.
La libertad se siente en las montañas.
Leo gran parte de la noche, y en el invierno voy al sur.

¿Cuáles raíces aprietan, qué ramas crecen
En estos pedregales? Hijo de hombre,                              20
No puedes decirlo, adivinarlo; tú sólo conoces
Una pila de imágenes rotas, donde el sol bate,
El árbol muerto no cobija, el grillo no consuela
Y la piedra seca no da sonido de agua. Sólo
Hay sombra bajo esta roca roja
(Ven bajo la sombra de esta roca roja),
Y yo te mostraré algo diferente
De tu sombra que a zancadas te sigue en la mañana
O de tu sombra que en la tarde se levanta para verse
    contigo.
En un puñado de polvo te mostraré el espanto.               30

    Frisch weht der Wind

    Der Heimat zu. 

    Mein Irisch Kind,
    Wo weilest du?4
“Hace un año me diste jacintos por primera vez,
Me llamaban la niña de los jacintos.”
—Mas cuando del jardín de jacintos regresábamos tarde,
Tus brazos llenos y húmedos tus cabellos, no pude
Hablar ni ver, no estaba vivo
Ni muerto, no sabía nada,                                                 40
Mirando en el corazón de la luz; el silencio.
Oed‛ und leer das Meer.5 


Madame Sosostris, famosa clarividente,
Tenía un fuerte resfriado y, sin embargo,
Se le conoce como la más sabia mujer de Europa,
Con un pérfido paquete de barajas. Aquí, dijo ella,
Está su carta, el Marino Fenicio ahogado
(Estas perlas fueron sus ojos. ¡Mire!),
Aquí está Belladonna, la Dama de las Rocas,
Señora de las situaciones.                                                 50
Aquí está el hombre de los tres bastos, aquí la Rueda,
Aquí el comerciante tuerto, y esta carta
En blanco es algo que él carga en su espalda
Y que me está prohibido ver. No encuentro
Al Ahorcado. Tema la muerte por agua.
Veo multitudes que caminan en círculo.
Gracias. Si ve usted a la querida Mrs. Equitone,
Dígale que yo misma llevaré el horóscopo:
Hay que tener mucho cuidado en estos días.

Ciudad Irreal,                                                                     60
Bajo la parda niebla de un amanecer de invierno,
Sobre el Puente de Londres fluía tal multitud,
Que jamás pensé que fueran tantos los que la muerte ha
    quebrantado.
Exhalaban suspiros ocasionales y breves
Y cada hombre fijaba los ojos en sus pies.
Fluían colina arriba y bajaban por King William Street,
Hacia donde Saint Mary Woolnoth decía las horas
Con un sonido muerto al final de la novena campanada.
Allí vi a un conocido, y le detuve, llamándole:
    ‛¡Stetson!
‛¡Tú que estuviste conmigo en las naves en
    Mylae!6                                                                         70
‛¿Aquel cadáver que plantaste el año pasado en tu jardín,
‛Ha comenzado a brotar? ¿Florecerá este año
‛O ha perturbado su lecho la escarcha repentina?
‛¡Oh, aleja de ahí al Perro, que es amigo de los hombres,
O con sus garras lo desenterrará!
‛¡Tú, hypocrite lecteur mon semblable, mon  frère!’

1  Lugar montañoso junto al mar.
2 Jardín posterior.
3 “No soy rusa, mi estirpe es lituana; (soy) alemana verdadera.”
4 “Fresco sopla el viento / en la tierra natal. / Mi niño irlandés, / ¿dónde estás?”
5 “Vacío y desierto, el mar.”
6 Milazzo. Península, cabo y puerto de la isla italiana de Sicilia, provincia de Mesina. Ciudad en la misma provincia, situada en el arenoso istmo de la península de su nombre. Es la antigua Mylae, en cuyas inmediaciones los romanos, al mando del cónsul Duilio (260 a. de J.C.) alcanzaron la primera victoria sobre los cartagineses. (N. del T.)



II Una partida de ajedrez

La silla en que ella estaba sentada, como un bruñido trono,
Relucía sobre el mármol, donde el espejo
Apoyado en soportes labrados con vides en fruto—
Entre los cuales un dorado cupido se asomaba                 80
(Otro escondía sus ojos tras el ala)—
Reproducía las llamas de los candelabros de siete brazos
Que reflejaban su luz sobre la mesa mientras
El destello de sus alhajas se erguía para encontrarla,
Vertidas de estuches de satín en rica profusión.
En redomas de marfil y vidrio coloreado,
Destapados, sus extraños perfumes sintéticos acechaban:
Ungüentos, polvos, líquidos —perturbando, confundiendo
Y ahogando los sentidos en aromas; llevados por el aire
Que refrescaba desde la ventana, ascendían                   90
A engrosar las prolongadas llamas de las velas,
A arrojar el humo al laqueado,
Agitando el diseño del artesonado techo.
Enormes leños recogidos en la playa, alimentados con cobre,
Ardían anaranjados y verdes, enmarcados por la piedra
    coloreada.
En esa triste luz nadaba una talla de delfín.
Sobre la antigua repisa de la chimenea se erguía,
Ventana abierta a la silvestre escena,
La metamorfosis de Filomela, por el bárbaro rey7
Tan rudamente forzada: el ruiseñor allí                            100
Llenaba aún todo el desierto con inviolable voz
Y ella todavía gritaba, y aún el mundo persigue,
    ‛Jug Jug’ 
a oídos sucios.
Las paredes decían
Otros marchitos tocones de tiempo; formas atrayentes
Sobresalían, inclinándose, silenciando el salón.
En la escalera unos pasos se arrastraron.
A la luz del hogar, bajo el cepillo, sus cabellos
Derramaban las ardientes puntas
Encendiéndose en palabras, quedándose luego
    salvajemente quietos.                                                110

‛Mis nervios están mal esta noche. Sí, mal. Quédate conmigo.
‛Háblame. ¿Por qué nunca hablas? Habla.
    ‛¿En qué piensas? ¿Qué piensas? ¿Qué?
‛Nunca sé lo que piensas. Piensa.’
Creo que estamos en el callejón de las ratas
Donde los muertos perdieron sus huesos.

‛¿Qué es ese ruido?’
                                      El viento debajo de la puerta.
‛¿Qué es ese ruido ahora? ¿Qué hace el viento?’
                                      Nada otra vez nada.                   120
                                                                     ‛¿No
‛Sabes nada? ¿No ves nada? ¿No recuerdas
‛Nada?‛
    Recuerdo
Esas perlas fueron sus ojos.
‛¿Vives o no vives? ¿No hay nada en tu cabeza?’
                                                                           Pero
O O O O ese Rag shakespeheriano—
Tan elegante
Tan inteligente                                                                  130
‛¿Qué haré ahora? ¿Qué?’
‛Tal como estoy saldré a la calle, de prisa, caminaré
‛Así, con mis cabellos sueltos. ¿Qué haremos mañana?
‛¿Qué haremos siempre?’
                                    Agua caliente a las diez.
Y si llueve, un coche cerrado a las cuatro.
Y jugaremos una partida de ajedrez,
Frotando ojos sin párpados y esperando que toquen
    a la puerta.

Cuando licenciaron al marido de Lil, dije yo—
No suavicé mis palabras, a ella misma se lo dije,             140 
D
E PRISA POR FAVOR QUE YA ES HORA
Alberto está por regresar, arréglate un poco.
Querrá saber qué has hecho con aquel dinero que te dio
Para que te arreglaran los dientes. Te lo dio: yo estaba ahí.
Que te los saquen todos, Lil, que te hagan una buena
    dentadura,
Eso dijo, lo juro, no soporto verte así.
Y yo tampoco, dije, y piensa en el pobre Alberto,
Ha estado en el ejército cuatro años, quiere diversión,
Y si tú no se la das, otras lo harán.
Así que hay otras, dijo. Algo hay de eso, respondí.          150
Entonces sabré a quién agradecérselo, dijo, y me miró
    de frente.
D
E PRISA POR FAVOR QUE YA ES HORA
Si no te gusta puedes componerlo, dije.
Otros pueden decidir si tú no puedes.
Pero si Alberto se larga, no digas que no te lo advirtieron.
Debes avergonzarte, dije, de verte tan anticuada.
(Apenas tenía treinta y uno.)
No puedo evitarlo, dijo, alargando la cara.
Son las píldoras que tomé para abortar.
(Ya parió a cinco, y casi se moría cuando nació Jorgito.)   160
El boticario dijo que nada pasaría, pero ya nunca volví a ser
    la misma. 
Eres 
una verdadera tonta, le dije.
Bueno, si Alberto no quiere dejarte sola, ese es el resultado.
¿Para qué te casaste si no quieres hijos? 
D
E PRISA POR FAVOR QUE YA ES HORA
Bueno, aquel domingo Alberto estaba en casa, tenían pierna
    de cerdo
Y me invitaron a cenar, a que la viera salir del horno, bien
    caliente— 
D
E PRISA POR FAVOR QUE YA ES HORA 
D
E PRISA POR FAVOR QUE YA ES HORA
Buenanoche Bill. Buenanoche Lou. Buenanoche
    May. Buenanoche.
Ta ta. Buenanoche. Buenanoche.                                     170
Buenas noches, señoras, buenas noches, dulces
   señoras, buenas noches, buenas noches.


7 Itis. Filomela (literalmente: que ama el canto), hija de Pandión, rey de Atenas, y hermana de Progne. Fue metamorfoseada en ruiseñor. (N. del T.)



III El sermón de fuego

Se ha roto la tienda del río: los últimos dedos de las hojas
Agarran y se hunden en la húmeda barranca. El viento
Cruza en silencio la parda llanura. Las ninfas se han
    marchado.
Dulce Támesis, fluye suavemente, hasta que termine
    mi canto.
El río no arrastra botellas vacías, papeles de sandwiches,
Pañuelos de seda, cajas de cartón, colillas de cigarros
U otros testimonios de noches estivales. Las ninfas se han
    marchado.
Y sus amigos, los perezosos herederos de funcionarios  180
    municipales—
Se han ido sin dejar domicilios.
A orillas del Leman me senté a llorar...
Dulce Támesis, fluye suavemente, hasta que termine
    mi canto,
Dulce Támesis, fluye suavemente, pues no hablo en demasía
    ni reciamente.
Pero a mi espalda oigo, en una ráfaga helada,
El ruido de los huesos, y las risas ahogadas se esparcen
    de oído en oído.
Suavemente entre los matorrales apareció un ratón
Deslizando su viscosa barriga por la orilla
Mientras yo pescaba en el manso canal
En una noche de invierno detrás de la fábrica de gas      190
Meditando sobre el naufragio del rey, mi hermano,
Y sobre la muerte de mi padre, el rey.
Blancos cuerpos desnudos, campo abajo, en la humedad,
Y huesos depositados en una seca, reducida buhardilla,
Año tras año pisados solamente por la pata del ratón.
Pero de vez en cuando oigo a mi espalda
El ruido de bocinas y motores que han de llevar
A Sweeney, en la primavera, a Mrs. Porter.
Oh, la luna brillaba sobre Mrs. Porter
Y su hija                                                                            200
Ellas lavan sus pies con agua de soda
Et O ces voix d‛enfants, chantant dans la coupole!
 
Twit twit twit
 
Jug jug jug jug jug jug

Tan rudamente forzada.

Tereu

Ciudad Irreal
Bajo la parda niebla de un mediodía de invierno
Mr. Eugénides, el mercader de Esmirna
Sin afeitar, con un bolsillo repleto de pasas                     210
C.i.f. Londres: documentos a la vista,
Me invitó en francés demótico
A almorzar en el Cannon Street Hotel
Y a pasar un fin de semana en el Metropole.

A la hora violeta, cuando del escritorio
Alzamos los ojos y la espalda, cuando la máquina humana
    espera
Como un taxi que espera vibrando,
Yo, Tiresias, aunque ciego, palpitando entre dos vidas,
Anciano con arrugados pechos de mujer, puedo ver
A la hora violeta, la hora vespertina que nos lleva           220
A casa y devuelve el marino al hogar,
En casa, a la hora del té, la mecanógrafa levanta la mesa
    del desayuno, enciende
Su estufa y saca alimentos enlatados.
Los últimos rayos del sol tocan sus combinaciones, Peligrosamente puestas a secar en la ventana,
Apiladas sobre el diván (que es, de noche, su cama)
Medias, pantuflas, camisolas y sostenes.
Yo, Tiresias, anciano de ubres arrugadas
Percibí la escena, y predije el resto—
Yo también aguardaba al huésped esperado.                  230
Él, el joven carbunculoso, llega,
Secretario de una pequeña casa comercial, de altanera
    mirada,
Uno de esos patanes a quienes les sienta la arrogancia
Como un sombrero de seda a un millonario de Bradford.
Ahora el tiempo es propicio y, como él imagina,
La cena ha terminado y ella está cansada y aburrida.
Él empieza a excitarla con caricias
No deseadas, si bien irreprochables.
Decidido y ardiente, él la asalta enseguida
Y sus manos la exploran sin hallar resistencia;   240
Su vanidad no requiere respuesta,
Y se alegra de la indiferencia.
(Y yo, Tiresias, he consentido todo
Lo ocurrido en este mismo diván o cama;
Yo, que en Tebas estuve sentado junto al muro
Y entre los muertos más inferiores caminé.)
Él le envía un último beso con aire protector
Y baja a tientas por la escalera sin luz...

Ella se vuelve a mirar un momento en el espejo,
Casi olvidando a su amante, que ha partido;                   250
Su cerebro consiente un brumoso pensamiento:
‛Bien. Eso está hecho ahora. Me alegro de que haya
    terminado.’
Cuando una mujer hermosa se entrega a esas locuras y
Vuelve a pasearse por su cuarto, sola,
Se alisa los cabellos de manera automática,
Y pone un disco en el gramófono.

‛Esta música se deslizó junto a mí sobre las aguas’
Y a lo largo del Strand, Queen Victoria Street arriba.
Oh Ciudad ciudad, a veces puedo escuchar
Junto a un bar de la Lower Thames Street,                      260
La queja dulce de una mandolina
Y el ruido de voces que sale desde ahí,
Donde al mediodía descansan los vendedores de pescado;
    donde los muros
De Magnus Mártir guardan
Inexplicable esplendor de blancura jonia y oro.

    El río suda
    Aceite y alquitrán
    A la deriva las barcas
    Con la marea cambiante van
    Velas anchas                                                                270
    Y rojas
    A sotavento, en el mástil se mecen
    Las barcas sumergen
    Leños a la deriva
    Navegando hacia Greenwich
    Más allá de Isle of Dogs.
           Weialala leia

           Wallala leialala


    Elizabeth y Leicester
    Batiendo los remos                                                       280
    Un casco dorado
    Formaba la popa
    Rojo y oro
    El animado oleaje
    Encrespó ambas orillas
    El viento del sudoeste
    Cargó agua abajo
    El repique de campanas
    Blancas torres
            Weialala leia
                                                           290
            Wallala leialala

    ‛Tranvías y árboles polvorientos.
    Highbury me vio nacer. Richmond y Kew
    Me deshicieron. En Richmond alcé las rodillas
    Tendida boca arriba en el fondo de una estrecha canoa.’

    ‛Mis pies están en Moorgate, y mi corazón
    Bajo mis pies. Tras lo ocurrido
    Lloró, y prometió “un nuevo comienzo”.
    Callé. ¿Qué podía reprochar?’

    ‛Sobre Márgate Sands                                                  300
    Nada con nada
    Puedo conectar.
    Las uñas rotas de manos sucias.
    Mi gente mansa gente que
    Nada
           —Espera.’
                           la la

    A Cartago vine entonces
    Ardiendo ardiendo ardiendo ardiendo
    Oh Señor Tú me has empobrecido                                310
    Oh Señor Tú me has

    ardiendo




IV Muerte por agua

Flebas el fenicio, muerto hace quince noches,
Olvidó el lamento de gaviotas, el hondo oleaje
Y el ganar y perder.
                                Una corriente submarina
Recogió sus huesos en susurros. Mientras subía y caía
Recorrió las etapas de su edad y juventud
Entrando al remolino.
                                   Gentil o judío
Oh tú que giras el timón mirando a barlovento,               320
Considera a Flebas: una vez fue bello y erguido como tú.



V Lo que dijo el trueno

Tras la roja luz de antorchas en rostros sudorosos
Tras el silencio helado en los jardines
Tras la agonía en lugares pedregosos
La gritería y el lloro
Prisión y palacio y reverberación
Del trueno de primavera sobre distantes montañas
El que antes vivía ahora está muerto
Los que estábamos vivos nos estamos muriendo
Con un poco de paciencia                                                 330

Aquí no hay agua sólo roca
Roca y no agua y el camino arenoso
Que sube las montañas serpenteando
Las montañas de roca sin agua
Si hubiese agua nos detendríamos a beber
No puede uno pararse o pensar entre la roca
El sudor está seco y los pies sobre la arena
Si tan sólo hubiese agua entre la roca
Montaña muerta boca de dientes cariosos que no puede
    escupir
Aquí no puede uno acostarse ni sentarse o estar            340
    de pie
Ni siquiera hay silencio en las montañas
Sino el trueno sin lluvia estéril y seco
Ni siquiera hay soledad en las montañas
Sino hostiles rostros rojos con muecas de desprecio
A las puertas de casas con muros agrietados
                                                          Si hubiese agua
    Y no roca
    Si hubiese roca
    Y también agua
    Y agua
    Un manantial
    Un charco entre la roca                                                 350
    Si tan sólo hubiese sonido de agua
    No la cigarra
    Ni el canto de la yerba seca
    Sino sonido de agua sobre roca
    Donde el tordo eremita canta entre los pinos
    Drip drop drip drop drop drop drop

    Pero no hay agua

¿Quién es el tercero que siempre camina a tu lado?
Cuento: sólo somos tú y yo                                              360
Mas cuando miro adelante en el blanco camino
Siempre hay otro que camina a tu lado
Deslizándose envuelto en una parda caperuza
No sé si es hombre o mujer
—Pero ¿quién es ese que va del otro lado?

Qué sonido es ese en lo alto del aire
Susurro de lamento maternal
Qué encapuchadas hordas pululan
En llanuras sin fin, trepando en las grietas
Circundadas tan sólo por el plano horizonte                   370
Qué ciudad es esa en las montañas
Crujidos y reformas y estallidos en el aire violeta
Torres que caen
Jerusalén Atenas Alejandría
Viena Londres
Irreal

Una mujer tensó su larga y negra cabellera
Y en esas cuerdas tocó un susurro musical
Y murciélagos con caras de bebé en la luz violeta
Silbaron, y batieron sus alas                                            380
Y cabeza abajo se escurrieron por un muro ennegrecido
En el aire había torres invertidas
Cuyas campanas, guardianas de las horas, tañían
    reminiscentes
Y voces que cantaban en cisternas vacías y pozos agotados

En esta podrida cavidad de las montañas
La yerba canta bajo el lánguido brillo de la luna
Sobre las tumbas destruidas, en torno a la capilla.
Allí está la capilla vacía, solitario hogar del viento.
No tiene ventanas, y la puerta se mece.
Los huesos secos no dañan a nadie.                               390
En lo alto del tejado sólo un gallo
Quiquiriquí quiquiriquí
A la luz del relámpago. La brisa entonces anunció
La lluvia. Ganga estaba hundido, y las débiles hojas
Aguardaban la lluvia, mientras las negras nubes
Se reunían a lo lejos, sobre Himavant.
La jungla se agachó, encorvada en silencio.
Entonces habló el trueno
D
A                                                                                     400
Datta: 
¿qué hemos dado?
Amigo, la sangre sacude mi corazón
El atroz pensamiento de rendirse un momento
Lo que una edad de prudencia nunca puede retractar
Por esto y sólo esto hemos existido
Por lo que no se hallará en nuestros obituarios
Ni en memorias urdidas por la araña bienhechora
Ni bajo sellos rotos por el magro procurador
En nuestras alcobas vacías.
D
A                                                                                     410
Dayadhvam: 
He oído la llave
Girar en la puerta una vez y girar una vez sola
Pensamos en la llave, cada quien en su prisión
Pensando en la llave, cada quien confirma una prisión
Sólo al anochecer, etéreos rumores
Reviven por un instante un Coriolano roto8
DA
Damyata: 
El barco respondió
Alegremente a la mano experta en vela y remo
El mar estaba quieto, tu corazón habría respondido      420
Aegre, palpitando obediente, a la invitación
De manos diestras

                          Yo me senté en la orilla
A pescar, con la árida llanura a mis espaldas
¿Ordenaré finalmente mis asuntos?
El Puente de Londres se está cayendo cayendo cayendo 
Poi s‛ascose nel foco che gli afina

Quando fiam uti chelidon-Oh 
golondrina golondrina 
Le Prince d‛Aquitaine à la tour abolie 

Contra mis ruinas he apuntalado estos fragmentos         430
Why then Ilie fit you. Hieronymo‛s mad againe. 

Datta. Dayadhvam. Damyata.
                     Shantih Shantih Shantih



8 Coriolano, general romano del siglo V a. de J.C. Después de haber prestado brillantes servicios a su patria fue condenado al destierro. Se puso al frente de los volscos y estaba a punto de saquear Roma cuando se dejó, al fin, vencer por las lágrimas de su madre y de su mujer. Coriolano, tragedia en cinco actos de Shakespeare; pintura del carácter del héroe romano (circa 1607). Obertura compuesta por Beethoven en 1807. (N. del T.)